Es difícil describir en un artículo de blog la absoluta fascinación y respeto que siento por la montaña. Hacía muchos años que no visitaba Ordesa y nunca había estado en otoño pero es sin duda uno de los lugares más espectaculares que podemos visitar los amantes de la montaña y la fotografía.
Si a eso sumamos la muy grata compañía que tuve la suerte de disfrutar (Soraya, Victor y Jose Carlos), puedo asegurar que fue un día muy especial y entrañable.
Dicen que a quien madruga Dios le ayuda así que nos levantamos a las 5:30 de la mañana, quedamos a las 6 y a las 6:30 ya estábamos en el parking listos para empezar a andar después de un desayuno muy energético y saludable 😉 Teníamos por delante los 8,7km. de subida hasta la Cola de Caballo.
Sobre las 8 de la mañana, después de hora y media de subida nocturna con frontal el cielo empezó a clarear y ahí es donde fui plenamente consciente de donde estaba, del paraiso que se descubría a mi alrededor y de los tonos y colores que íbamos a poder disfrutar durante todo el trayecto.
Justo a las 9 de la mañana, cuando la luz del día ya había ganado fuerza, llegamos a las gradas de Soaso. Hacía mucho que no llovía y el rio Arazas llevaba poca agua, eso nos permitió adentrarnos en las rocas de las diferentes cascadas para ver un autentico regalo para la mirada.
Durante más de hora y media estuvimos fotografiando las diferentes cascadas, buscando el efecto seda pero sin perder la traza y dirección del agua. Es complicado no quemar el cielo en fotografias de larga duración y fuerte contraluz como estas, suerte que mi Nikon D850 es absolutamente fantástica.
Grada inferior
Grada intermedia
Grada superior
Una vez pasadas las gradas el bosque empieza a desaparecer y llegamos a la Llanura de Ordesa, la zona más agreste de la montaña. El sendero se hace llano y aparece ante nosotros el imponente Macizo de Monte Perdido con los picos de Monte Perdido (3355m.) y Añisclo (3263m.)
Un remanente de agua estancada nos dió la oportunidad de fotografiar unos preciosos reflejos.
Y ya por fin, cerca del mediodia, llegamos a la majestuosa Cola de Caballo. Lo bueno de tener la zona de las gradas con poca agua se transformó en una pequeña decepción (muy pequeña) al ver que la cascada bajaba con muy poco caudal.
Una vez conseguido el objetivo una deliciosa tortilla, un poco de embutido y un rato de charla en la Pradera de Ordesa nos hizo recuperar fuerzas para la última parte del camino: la vuelta. Nada más y nada menos que otros 8,7Km. de vuelta hasta el coche.
Cielo radiante, temperatura perfecta, la alegría de haber conseguido nuestro objetivo,… la bajada solo podía ser felicidad plena.
Todos los colores, todos los contraluces que nos habíamos perdido en la subida por ser de noche estaban ahora a nuestra disposición. El placer de fotografiar el Bosque de las Hayas de Ordesa en otoño en su máximo esplendor.
Si has llegado hasta aquí muchas gracias :), espero que las fotografías te hayan entretenido, o aun mejor, transportado a ese entorno único y mágico como es el Parque Nacional de Ordesa.
Será difícil de superar, pero lo intentaré, eso seguro.
Continuamos!!!